Es una mañana atípica de finales de octubre. El sol golpea con fuerza las cristaleras del CEIP Juan Ramón Jiménez y obliga a los niños a refugiarse en los soportales durante el recreo. Algunos reclaman la apertura de la biblioteca. Lo que no consiguen los libros, lo propician las altas temperaturas. De pronto, una pizpireta colegiala, con el pelo sujeto con un pasador inmenso en forma de mariposa, se acerca a la recepción y exclama sin pensar: ¡Mam… uy, quiero decir, Dolores! Es la mejor descripción que se puede hacer del trabajo que cientos de personas desempeñan cada día en España como conserjes escolares.

Figuras de referencia

Dolores Orden es la más veterana del municipio. Comenzó su andadura en esta profesión con la implantación del servicio en todos los colegios por parte del Ayuntamiento en 2008 y, ahora no se imagina la vida fuera de los muros del centro. Nunca tuvo hijos, pero se convirtió de golpe en la madre de más de 700 alumnos que la ven como a un miembro más de la familia. “Muchas veces –explica risueña- se acercan a la hora del recreo porque se han caído y se han hecho una herida y quieren que yo les cure. Tienen profesores vigilando el patio, pero acuden directamente a mí. Es muy gratificante”

Y es que, no son pocos los que piensan que el trabajo de un conserje consiste, poco más o menos, que en abrir y cerrar las puertas del centro. “¡Nada más lejos de la realidad!- puntualiza-. El conserje debe estar pendiente de ayudar a los maestros, cuidar de que no les falte material, hacer fotocopias, registrar las entradas y salidas extraordinarias de los alumnos por enfermedad o por otras cuestiones puntuales, acompañarles a las aulas… En época de matriculación incluso ayudo en secretaría con el papeleo. Es un trabajo que requiere, sobre todo, alegría y buena disposición”.

En eso coincide también Mª Manuela César, conserje del Colegio SAR Infanta Leonor desde la inauguración del centro. “Hay que tener un talante cariñoso y comunicativo. El colegio no puede ser una experiencia amarga para los niños. Tienen que ir cumpliendo etapas que no son fáciles de asumir en muchos casos, y nosotros tenemos que ayudarles en ese proceso. Creo que nuestro trabajo es fundamental para el buen desarrollo del centro y, afortunadamente, así lo reconoce la comunidad educativa, que nos quiere y nos respeta”

Para Elvira Serrano, que ejerce sus funciones en el CEIP Tomás Ybarra, “somos como una extensión de las madres en el cole. En mi caso es sorprendente, porque soy la última que se ha incorporado a este trabajo en Tomares, con el inicio del presente curso, pero los niños ya vienen a la hora del recreo a contarme sus cosas, confiarme sus secretos, sus ilusiones. Es maravilloso.  Pero yo destacaría como característica fundamental para un conserje el ser también resolutivo. Que un niño se moja la ropa en el patio, hay que buscar una muda debajo de las piedras, por ejemplo, en el AMPA. A grandes males, grandes remedios”.

Una tranquilidad muy valorada

Dolores, Mª Manuela y Elvira son tres ejemplos de la importancia que el personal no académico tiene en los centros educativos de Tomares. Su presencia está muy valorada no sólo entre los maestros y alumnos, sino entre los padres, que la entienden como un factor decisivo para su tranquilidad. Así lo evidencian testimonios como el de Teresa López, madre de una alumna del municipio: “dejas a los niños en la puerta y te vas con la tranquilidad de que el conserje está pendiente de que ninguno se salga a la calle. También sabes que no van a dejar que salga del centro con ningún adulto no autorizado. Y además cumplen su función con un cariño y una amabilidad, que da gusto. Tener la certeza de que hay un intermediario entre nosotros y el profesor, que está ahí por ejemplo, si al niño se le olvida algo, es estupendo”.

“Yo creo –sentencia Mª Manuela- que somos cómplices perfectos, de lo bueno, para nuestros niños y sus padres, incluso a veces tenemos que actuar para resolver conflictos en los que los maestros no deben intervenir. No paramos en todo el día, pero al final de la jornada se siente uno tan bien… Sobre todo cuando has atendido a un niño que se ha puesto malito o que se ha dado un golpe. Mirar su carita y  escuchar un gracias, es conmovedor y maravilloso”.

 “En mi caso –dice Elvira- a mi trabajo aporto no sólo mi experiencia como madre, sino mi experiencia sanitaria, puesto que soy auxiliar de enfermería. Durante muchos años he trabajado en centros pediátricos, y sé cómo abordar una emergencia. Y estudié Jardín de Infancia, eso demuestra mi vocación por todo lo relacionado con los niños. Quisiera mantener este trabajo hasta el final de mi vida laboral, porque de verdad que me siento muy respetada y querida”

Dolores llegará a ese final en unos meses. La jubilación la separará de sus niños y de los docentes que con tanto cariño y admiración la han tratado durante estos diez años. “Siento mucha pena porque voy a echar de menos todo. Ayer mismo me caí, y un pequeñín se acercó para ofrecerme su botella de agua. Me emociona pensar que ven en mí a una segunda madre. Los voy a echar mucho de menos”.

Y ellos a ti, Dolores, y ellos a ti…

Servicios municipales

Desde la llegada a la alcaldía de José Luis Sanz en 2007, una de las prioridades del Equipo de Gobierno ha sido conseguir una Educación de Calidad en el municipio y facilitar a los vecinos la compatibilización del trabajo con el cuidado de los hijos, por lo que pese a ser la Educación competencia autonómica, desde el Ayuntamiento se ha dotado a todos los colegios de personal adicional como conserjes, monitores infantiles, monitores de educación especial o logopedas, además de poner en marcha nuevas infraestructuras y servicios como comedores escolares, transporte escolar y clases extraescolares de inglés.