ALBERTO MARTÍN, UN ERTZAINA COMPROMETIDO PARA QUE NO SE OLVIDE A LAS 836 VÍCTIMAS DE ETA
Tomares vivió en la tarde de ayer, 26 de junio, un día de recuerdo con las víctimas de la banda terrorista ETA y de todas aquellas personas que durante años “han dejado su vida por España”.
A las ocho de la tarde, el salón de plenos del Ayuntamiento de Tomares estaba lleno para escuchar el testimonio directo de uno de los protagonistas en la lucha contra el terrorismo, Alberto Martín, ertzaina durante 20 años al que le tocó vivir muchos momentos dramáticos, como el asesinato de compañeros o el de Miguel Ángel Blanco, con cuya familia vivió esos trágicos días y a la que le comunicó que su hijo había aparecido asesinado, una labor que motivó que fuese condecorado por el Parlamento Europeo y con la Cruz Meritoria de la Lucha contra el Terrorismo, por el Ministerio del Interior del Gobierno de España.
Estas experiencias y otras muchas más vividas a lo largo de veinte años son las que recoge Alberto Martín en su libro “Historia de un juguete roto. La vida de un policía en Euskadi”. Presentado por el militar Álvaro Carrasco, Martín explicó al público que su libro y actos como el celebrado ayer tienen como objetivo su compromiso “para que no se olvide a las 836 víctimas” de la banda asesina ETA y “aquellas personas que han dejado su vida por España”.
Alberto Martín, que pese a sus 44 años tuvo que dejar su vocación, la de ertzaina, tras tres operaciones de columna, explicó que “policías, jueces y periodistas luchábamos cada día por seguir vivos en Euskadi” y que “el mayor peligro para un policía es la rutina, porque mata. Lo primero que teníamos que hacer era variar el recorrido y revisar el vehículo. Arrancarlo era lanzar una moneda al aire. Si salía cara, seguías vivo. Si hubiese salido cruz, no estaría aquí”.
Martín es de los que no sé rinde. Lucha porque hay cerca de 350 asesinatos de ETA sin esclarecer, porque hay veces que se encuentra a jóvenes que no saben quién era Miguel Blanco, o simplemente porque no se puede permitir la impunidad del olvido social.
Alberto Martín tiene muchos recuerdos muy duros, como el de su amigo el Guardia Civil Antonio Moreno. Pese a los muchos años transcurridos, con la voz entrecortada recordó como ese atentado lloró como nunca. “Fue a recoger a la piscina a sus dos gemelos de dos años. Le pusieron una bomba en la parte trasera del vehículo que estalló a los dos kilómetros. Antonio sacó del coche a su hijo Fabio desmembrado”.
Hoy Alberto Martín vive una nueva vida en la provincia de Sevilla “en esta tierra que nos ha devuelto la calma”, pero no quiere olvidar el pasado porque se lo debe a las 836 víctimas de ETA.