Los cultos a San Sebastián en Tomares se prolongan a lo largo del año, desde la celebración de la festividad del patrón, que tiene lugar el 20 de enero, fecha en la que se procesiona por las calles de Tomares, hasta la Romería, que se celebra en mayo, tras varios días de triduo y convivencias.
Procesión en el Día del Patrón
Tomares vive a comienzos de enero su día grande. Nuestro Santo Patrón, San Sebastián, que sale en procesión por las calles de Tomares, normalmente en la misma semana pero en día no laborable, a partir de las 17 horas.
Romería de San Sebastián
Antiguamente la Romería se celebraba el 20 de enero por la mañana con una la romería por el pueblo, con paseos a caballo, y por la tarde con la salida del paso en procesión.
Pero desde mediados de los ochenta, para evitar las inclemencias del tiempo, se decide pasar la celebración de la romería a los terrenos del Zaudín, en el mes de Mayo, la semana anterior a la Romería de Rocío.
Aunque el culto a San Sebastián viene de más antiguo y es uno de los santos más reproducidos por el arte en general, parece ser que fue Gaspar de Guzmán, válido de Felipe IV, conocido como III Conde-Duque de Olivares (1587-1645), gran devoto del Santo, quien lo nombra por primera vez Patrón de Tomares y de otros pueblos del Aljarafe como Albaida, Olivares y Puebla del Río, que también le pertenecían, instaurando el día 20 de enero como Día de San Sebastián.
Una tradición que Tomares ha continuado hasta hoy día, gracias a un grupo de fieles y devotos del Santo, vecinos de Tomares que, el 20 de enero de 1951, se reunían para fundar la Asociación de San Sebastián para rendir culto al Patrón, importante labor que luego continuarían otros vecinos de Tomares como Fernando “el pescaero”, Francisco de la Rosa “el peque”, Rafael César y Diego de los Reyes, entre otros.
Más tarde, sobre el año 1973, por mediación del Cardenal Bueno Monreal, la Asociación pasa a fusionarse con la Antigua y Venerable Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Stmo. Cristo de la Vera-Cruz y Ntra. Sra. de los Dolores, que desde entonces también se llama, de San Sebastián.
Historia de San Sebastián
Nuestro santo nació en Narbona (Francia) a mediados-finales del siglo III, pero ya desde muy pequeño sus padres se trasladaron a Milán, por lo que creció y se educó en esta ciudad romana. Su padre era militar y noble, y él quiso seguir sus pasos en la carrera militar, llegando a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana del emperador Diocleciano, un cargo que sólo se daba a personas ilustres. Su dedicación a esta carrera le valió los elogios de todos sus compañeros y principalmente del emperador Maximiano.
Cabe recordar que el imperio romano era gobernado en Oriente por Diocleciano y en Occidente por Maximiano. Lo que ignoraba Maximiano era que Sebastián era un cristiano de todo corazón. Aunque cumplía con toda disciplina las tareas que le encomendaban, no tomaba parte en los sacrificios a los dioses ni en otros actos que fueran de idolatría. Siempre que podía, visitaba a los cristianos encarcelados, ayudaba a los más débiles, a los más necesitados... podríamos decir que era soldado de dos ejércitos: el de Roma y el de Cristo.
Su forma de compaginar los dos ejércitos (el romano y el de Cristo) le duró unos cuantos años hasta que un soldado, celoso por la alta posición que desempeñaba Sebastián en la tropa, lo denunció. El emperador Maximiano emprendió desde su mandato una depuración de elementos cristianos en sus tropas expulsando a todos los soldados cristianos de su ejército. Maximiano se sintió traicionado por Sebastián después de la confianza que le había depositado. Rápidamente le llamó y le obligó a elegir en seguir siendo cristiano o a continuar en el ejército.
Ante tal situación, Sebastián le comunicó que no quería renunciar a sus creencias cristianas y el emperador adoptó la decisión de matarlo de la manera más cruel: Un grupo de arqueros lo desnudaron, lo llevaron al estadio de Palatino, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas. Cuando habían finalizado este sangriento acto se marcharon como si nada hubiera pasado.
La tradición de la vida de San Sebastián no finaliza aquí. Una cristiana de nombre Irene, que apreciaba los consejos cristianos de Sebastián, junto a otro grupo de amigos suyos, se trasladaron a aquél lugar y con asombro pudieron comprobar que el cuerpo yacía aún vivo. Lo desataron y lo llevaron a casa de Irene que lo escondió en su propia casa y le curó las heridas. Pasado un tiempo, nuestro santo quedó restablecido y aunque sus amigos y amigas le recomendaron que se fuera de Roma, él quiso continuar su proceso de evangelización. En vez de esconderse tuvo la valentía de presentarse de nuevo a Maximiano quien quedó asombrado ya que lo creía muerto.
Le rogó que dejara de perseguir a los cristianos, pero el emperador, volvió a llamar a los soldados para que lo azotaran hasta que falleciera. Los soldados romanos, cogieron el cuerpo y lo echaron en unas de las cloacas más grandes de Roma. El cuerpo fue recuperado de noche nuevamente por los cristianos, con Irene al mando, que lo enterraron en un cementerio subterráneo de la Vía Apia. Más tarde, la Iglesia Romana construyó en la parte posterior de la catacumba, un templo en honor al santo, la Basílica de San Sebastián, que todavía hoy existe y que recibe gran veneración entre todos los romanos y todos los devotos. También existe otra capilla en el Palatino.
Protector contra la peste
San Sebastián fue por excelencia el santo más invocado para que protegiera a los pueblos de epidemias, especialmente de la peste. El culto a San Sebastián como protector contra la peste data de muy antiguo. En el año 680, la ciudad de Roma estaba infectada de esta epidemia y los ciudadanos construyeron un altar con la imagen del santo en la basílica de San Pedro. La gente fue a invocarle y, según se dice, la peste cesó de inmediato.
Este hecho se divulgó rápidamente por todo el mundo y desde entonces fue invocado en todas partes. También recibieron la ayuda del santo ciudades tan importantes como Milán (1575) y Lisboa (1599). En España son innumerables las ermitas y capillas dedicadas en su honor y muchos templos parroquiales tienen una imagen o un altar de San Sebastián.
En el caso de Tomares, cuenta la tradición que antiguamente San Sebastián estuvo presidiendo el Altar Mayor, junto con la Virgen Ntra. Sra. de Belén, en un retablo barroco que hoy día no existe. Luego, el Cristo de la Vera Cruz pasó al Altar Mayor, la Virgen Ntra. Sra. de Belén a la izquierda del mismo, y la imagen de San Sebastián, de autor y origen desconocido, a la derecha, lugar que sigue ocupando hoy día.